
- Descripción de uno mismo: Virginia Mateo
- Tengo que describirme. Pensemos, ¿qué rasgos me caracterizan? Formalmente mi ficha de presentación es sencilla. Me llamo Virginia Mateo, tengo 37 años, esto es, soy de la cosecha del 73; de cepa madrileña con ascendencia vasca y charra por parte de padre y madre respectivamente. Soy socióloga y estudiante de Bellas Artes.
Los amigos no se cansan de describirme como una gran vividora, en el más amplio sentido de la palabra, siempre que las circunstancias hayan sido propicias. Con enormes altibajos pasando de la euforia más esquizofrénica a la depresión más humillante.
Mi contexto natural: el Monte, el adoptado: el Atlántico. Mi apéndice, Jascka, la fiel hispaniel bretón que tras 16 años de convivencia sacrifiqué hace 2 años, eligiendo el décimo quinto aniversario de la muerte de mi padre. Soy Cáncer e irónicamente esta enfermedad ha estado presente en mi hogar desde que tengo uso de razón, lo que me ha llevado a desarrollar un refinado humor negro que, en la mayoría de los casos, resulta políticamente incorrecto.
Las lágrimas me han perseguido siempre. Suponen para mí un acto instintivo y afloran sin ningún tipo de pudor, bien, como consecuencia de un irresistible deseo de reír a carcajadas, bien, como expresión máxima de pena, nunca de dolor, puesto que el umbral de dolor físico, heredado, que no trabajado, he de decir que es significativamente alto.
Mi escondite favorito para llevar a cabo la terapia del llanto es el monte, lugar donde se dirigen incansables mis pies sin pensar. Ya sean las botas o las sandalias, ellas solas entran en trance y dibujan, sin consultar, el recorrido elegido para la ocasión.
Con la misma intensidad del llanto afloran las carcajadas. Me apasiona reírme y adoro a la gente de eterna sonrisa sincera y contagiosa; por eso me reconozco fiel enamorada de mi familia y del privilegio de amigos que conservo, todos ellos poseedores de un extraordinario sentido del humor. Esta es una característica fundamental para tenerme cerca porque odio a la gente que está siempre enfadada.
La mayor ironía de mi vida, hasta el momento, es la relación establecida entre lo más amado y lo más odiado, esto es, los viajes, v.s. las agujas. La gran broma macabra fue sufrir una trombosis hace ocho años que me obliga a inyectarme heparina cada vez que quiero alcanzar esa sensación de libertad que sólo me proporciona el subirme en un avión con destino al fin del mundo.
Y como otra grandísima característica de personalidad es que soy una insufrible charlas, voy a dejar de hablar de hablar..... Espero que os gustara el Gamo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario